Todos tenemos al menos una historia que contar: la de nuestra vida. ¿Quieres leer un poco de la mía?

Además de escribir, me encanta viajar, meterme en bosques y subir montañas.
Nací en Sabadell un año antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Eso significa que soy joven para algunas cosas y vieja para otras, como por ejemplo: todavía no tengo cuenta de Tik-Tok pero estoy titulada en mecanografía y crecí con una Game Boy Color enganchada a mi nariz. Para mí solo existían los cartuchos de Pokémon y Zelda (bueno, y algún Donkey Kong).
Si has clicado sobre la página de Sobre mí, es probable que te guste leer y escribir. Seguramente te estrenaste en el hábito de la lectura desde muy joven. Yo debo confesar que no me leí mi primera novela hasta los once años… y fue Harry Potter quien me abrió las puertas de la fantasía. A Harry lo siguieron Momo, Bilbo Bolsón, Los Elegidos, la tríada de Victoria, Jack y Kirtash, y otros tantos más.
Lo que sí he hecho desde mi más tierna infancia ha sido soñar. Inventarme historias y querer vivirlas en mis juegos me granjeó tanto amigas como enemigas que no entendían mi manera de pasar el tiempo: ¿Tener superpoderes? ¿Hablar con los árboles? ¿Dar saltos en los parques? ¿Luchar con palos como si fueran espadas? Chaladísima, esta niña.
Con el tiempo descubrí que, además de jugarlas, podía escribirlas. Y era casi igual de emocionante, con infinidad de recursos más, en la intimidad de mi hogar.
Comencé a escribir. Recuerdo que arrasaba en los certámenes que se celebraban cada año en mi instituto, me llevaba todos los premios posibles: prosa, poesía, dibujo… ¡Qué repelente!, podéis decirlo. A estas alturas, me da todo igual.

Escribir me apasionaba, pero iba llegando el momento de decidir mi futuro. Los números y las ciencias se me daban igual de bien (otra vez podéis pensar lo de repelente), pero ¡Ay! Cuántas de nosotras hemos escuchado alguna vez aquello de «tienes que estudiar una carrera con futuro, los escritores se mueren de hambre». De hecho, en mi casa nadie se tomaba en serio mi deseo de escribir. Lo reconozco, yo en aquella época era una niña muy influenciable, así que me propuse mantener la escritura como un hobby mientras estudiaba Biotecnología.
Solo hubo dos personas que reconocieron mi talento entonces: la profe de lengua castellana y el profe de plástica. Ambos y por separado me dijeron «nunca dejes de escribir». En aquel momento no les hice caso. Pero nunca olvidé sus palabras, y aquí estoy ahora.
La universidad resultó muy demandante. Conseguí sacarme esa extraña y prometedora carrera. ¿Por qué biotecnóloga? Porque me imaginaba en un laboratorio estudiando, descifrando y reproduciendo la vida, una especie de alquimista de ciencia-ficción hecho realidad. Y en todo ese tiempo, no escribí ni una sola palabra.
La carrera terminó, con su consecuente crisis de ¿Y ahora qué hago yo con mi vida? Mientras encontraba o no un trabajo «de lo mío» (ser biotecnóloga ambiental en España es casi tan prometedor como la carrera de Enanología de Wifo), me acordé de que yo escribía y que, además, se me daba bien. Retomé pues una historia que había nacido de un sueño, que había comenzado a escribir en el instituto, en cuyo universo ya me sabía todas las religiones, razas, lenguas, estandartes, mitos y magias a los que podrían optar todos y cada uno de los personajes que andaban por mi cabeza.
Después de varias entrevistas, encontré trabajo y la rutina de «persona mayor» se comió toda expectativa de escribir. No solo eso, si no que viví una crisis familiar muy grave que destrozó por completo mi realidad. Me quedé sin nada. Y así pudo empezar todo de nuevo.
Cuando tocas fondo, solo puedes volver hacia arriba. Además, puedes reconstruir tu mundo eliminando todo aquello que no te gustaba y añadiendo los elementos que siempre has deseado. Así que a los 25 años renací en una vida maravillosa, viajera y llena de color, rodeada de amistades que creían en mis sueños y, esta vez sí, agarré fuerte el boli y me puse a manchar de tinta todas las libretas que caían en mis manos.

En ese momento entendí que, aunque escribir parezca una tarea solitaria, en realidad se necesita mucho apoyo de nuestro entorno y comencé a invertir en serio para convertirme en escritora. Busqué a maestras que me enseñasen el oficio de escribir, un trabajo que, como todos los demás, se adquiere con estudio y sobre todo con la práctica. Y compañía, porque nada llena tanto como tener colegas que saben lo duro que es enfrentarse al papel en blanco, o lo mágico que es encontrar la voz de un personaje y dejarse llevar por ella. Así que me apunté a un curso y descubrí que mi historia tenía demasiado worldbuilding y cero estructura, que necesitaba trabajar el sistema de magia, que los personajes debían evolucionar a lo largo de la trama…
La Sinergia que se creaba en cada clase me gustaba tanto o más que el hecho de escribir. Y eso me llevó a fundar Sinergias Literarias, un lugar donde compartir la experiencia de la escritura, apoyarnos mutuamente y aprender cada día.
Sinergias Literarias nace de ese movimiento profundo para vencer todos los miedos, bloqueos, síndromes de la impostora, bajonas solitarias e intenciones de tirar la toalla. Quiero agradecer a en especial tres mujeres emprendedoras que me han ayudado a llegar hasta aquí: Ana González Duque (gracias por compartir tu experiencia y demostrarnos que es posible), Sonia Herrero (gracias por sanar a tantas mujeres e impulsarnos a cumplir nuestro sueño) y Sophia Style (gracias por guiarme con esa voz tan dulce hacia el lugar donde dormía la semilla de Sinergias Literarias).

¿Por qué fantasía?
En realidad, todo lo que vas a encontrar en este blog podría aplicarse a cualquier género literario. A mí me gusta la fantasía porque me permite unas licencias que el género realista no da. Como hablar de magia, especies y lugares inventados o resaltar problemas sociales sin herir sensibilidades.
Mis libros
Hitos en el camino recorrido
Desde que retomé la senda de la escritura, he hecho varios cursos de novela y además me he formado como asesora literaria y editora. También he colaborado en la organización de congresos de literatura en la ciudad de Barcelona y he organizado talleres para escritores.
Hasta el momento, he publicado algunos de mis relatos en diversas antologías solidarias: 39 saltos en el charco, Un salto en el recuerdo, Femenino Plural, Antología de relatos cortos de ciencia ficción: Antología solidaria. Comadrona de guardia, asistir el parto de una crónica es mi primer libro autoeditado en 2020.
Si has leído hasta aquí, es que algo te resuena.
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