
Tienes un manuscrito y decides comenzar a moverlo. No hace falta que te lo haya corregido un profesional, pero al menos tú te lo has revisado y alguien de confianza también le ha echado un vistazo por si se te ha colado alguna de esas faltas que hacen sangrar los ojos.
Opciones de publicación
Hace unos años, la única opción para publicar un libro pasaba casi obligatoriamente por contactar y seducir a una editorial. Por fortuna, esto ha cambiado y actualmente existen distintas vías hacia las que encaminar nuestro manuscrito.
- Autoedición: cuando tú te lo haces todo, todo y todo. Así está publicado Comadrona de guardia. Si tienes tiempo para aprender a editar, maquetar, ilustrar, registrar la obra y confías en tus dotes de corrección, adelante. Pero siempre es mejor que alguien te eche una mano, sobre todo al principio cuando no tenemos experiencia, y eso costará dineritos…
- Autopublicación: cuando pagas a profesionales para que se encarguen del proceso: corrección, edición, maquetación, portada, marketing… Esta opción es más cara, pero hay más probabilidades de que el producto final tenga una calidad digna.
- Coedición: cuando es una editorial la que se encarga del proceso de publicación pero pagas tú los gastos. Ojo con esta opción, hay que considerarla muy bien y asegurarse de que no nos van a timar.
- Editorial tradicional: como se ha hecho toda la vida. Las editoriales tradicionales son empresas que seleccionan los manuscritos que les parecen interesantes para su línea editorial y se encargan de todo el proceso de publicación. El autor firma un contrato en el que se especifica el porcentaje de ganancia de cada ejemplar, que suele ser una miseria, pero al ser el método de toda la vida aporta un prestigio que las demás opciones todavía no tienen.
Estas cuatro opciones no son ni mejores ni peores entre ellas, simplemente son distintas (cada una con sus pros y sus contras).
En este post voy a centrarme en los pasos iniciales para la publicación en editorial tradicional.
¿Qué necesito para publicar en una editorial tradicional?

1. Lo primero es lo primero
Antes de comenzar a buscar editoriales, te invito a guardar un momento y alejarte un poco de tu obra. La conoces mejor que nadie porque tú la has parido, pero piensa que ahora la vas a presentar a un desconocido con poco tiempo. ¿Por dónde deberías empezar para captar su atención desde el primer momento? El texto tiene que ser breve y conciso. Esto significa destilar tu propio escrito, darle un enfoque marketiniano para responder a cuestiones como:
¿Sabes quién es tu público objetivo?
¿En qué variedad de novela podría encajar tu obra?
¿Tienes un título que llame la atención?
¿Has registrado ya tu obra?
Busca editoriales que publiquen novelas del mismo género que tu manuscrito.
Estudia su web, lee el apartado sobre nosotros y échale un vistazo a su catálogo. ¿Crees que por temática encajaría lo que vas a enviarles? No vale echarse atrás si llegados a este punto ataca el síndrome de la impostora, todos esos libros no tienen por qué ser ni mejores ni peores que el tuyo, solo son diferentes.
Comprueba que aceptan manuscritos y mira las condiciones en que los aceptan.

2. Documentación adicional a tu manuscrito
Una vez tienes preparada la lista de editoriales, toca adecuar la propuesta a los requisitos de cada una.
Algunas tienen un formulario con preguntas del estilo:
¿Tu obra transmite valores?
¿Es tu primer libro?
Envíanos un resumen o las X primeras páginas.
Otras piden directamente una sinopsis, la biografía del autor y el manuscrito completo.
La sinopsis debe ser breve y concisa de tu libro. Si puedes contarlo todo en tres líneas, mejor que en diez.
En general se recomienda que la biografía personal no se extienda más de 250 palabras.
Mi consejo es que prepares estos documentos con cariño, escribe el email de presentación con calma, revisa la ortografía e incluso déjalos reposar un día o dos en la bandeja de borradores.
3. Enviar la propuesta editorial
En el apartado contacto de la web de la editorial probablemente encontrarás la dirección de e-mail en la que reciben los manuscritos. No vale la pena que lo envíes en papel, ¡hazle un favor a los bosques del mundo y ahórrate imprimirlo!
Ojo, no mandes el mismo email a todas las editoriales. Puedes tener una estructura para el e-mail, pero personalízalo en cada caso.
Este es el ejemplo que he seguido yo. He intentado que sea corto, que no abrume al abrirlo y que pique la curiosidad de clicar en los adjuntos para ver qué más tengo que contar.

¿Listo?
Enviar.
4. ¿Y ahora qué?
Pues ahora, paciencia. Las editoriales reciben cada día montones de manuscritos, leerlos y seleccionarlos es un trabajo que, si se quiere hacer bien, es lento. ¿Quieres que se lean tu manuscrito con cariño? Espera con paciencia, dales tiempo.
Han pasado tres meses y no me han dicho nada, ¿qué hago?
Seguir esperando.
Han pasado seis.
Aún queda esperanza.
Ha pasado un año.
Mándalo a otra. Plantéate otras vías de publicación. Si confías en tu obra, no tires la toalla.
Conclusión
Soltar las historias es complicado. Es casi como dejar que nuestra hija salga sola de casa por primera vez, pero es necesario. Merece hacer su propia vida.
Si tienes un manuscrito en el cajón y quieres darle una oportunidad, envíala y que siga esperando en la bandeja de entrada de algún departamento de lectura. Quizás te sorprende.
Sobre todo, no dejes de escribir mientras esperas. Si este manuscrito no sale, ya llegará otro.
Con esto de soltar, siempre pienso en la canción de Love of Lesbian, El Poeta Halley. Escucha el poema del final recitado por Joan Manuel Serrat y, si eres una amante de las letras, dime si no se te saltan las lágrimas.
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